Hoy hace dos meses y cinco días que Noemí nos dejó
físicamente, pero nuestro Centro de
Narratología quiere recordarla especialmente, ya que estuvo vinculada a nosotros, participando como
escritora invitada, en mesas redondas, respondiendo entrevistas, o cuando nuestro Vicepresidente Daniel Capano, le presentó su último libro, Anche
pensare é un gioco, como así también en almuerzos de camaradería, adonde
siempre llegó con su natural simpatía y
buen humor. Para quienes la tratamos,
nos queda la imagen de su sonrisa, su don de gentes, su elegancia, sus conocimientos,
sus escritos, así como las palabras y actitudes que trasuntaban la seguridad y autoridad que emanaba de toda una vida
dedicada a lo que tal vez, más le interesaba, la escritura y la literatura. A
ella se dedicó no solamente como una actividad vocacional sino como un lugar
para expresarse, como lo que era, una mujer de pensamiento independiente, sin
ataduras, con una mirada atenta que, desde su más profunda sensibilidad, no
dejaba nada, absolutamente nada, sin percibir.
Creemos que lo hacía desde el sentimiento con que colmaba de poesía sus
cuentos pero con la seriedad y seguridad de una investigadora, por lo que no
dejaba nada librado al azar.
Nació en Santa Fe, cursó sus estudios universitarios en Rosario. En 1984 se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires donde dictó clases, como así también en la Universidad de Morón y se desempeñó como investigadora en el Conicet.
Fue becaria en universidades de Alemania y Francia e invitada a dar clases y conferencias en las universidades de Francia, Madrid, Miami y Uruguay. Recordemos también la última beca que la Casa de los Escritores Extranjeros y de los Traductores, de Saint Nazaire, Francia le otorgó para que durante su estadía pudiera dedicarse solamente a escribir. Muy joven publicó dos novelas: Los que esperan el alba y Urdimbre, luego escribió varios libros de cuentos: Ciudades, El cerco del deseo, El ramito, Juego de prendas y dos corales, Una lección de amor, Nereidas al desnudo (escrito durante su beca en Saint Nazaire), En el agua del río, Bailarina de tres brazos y Anche pensare é un gioco, que es nada menos que la traducción de El ramito al italiano.
Fue becaria en universidades de Alemania y Francia e invitada a dar clases y conferencias en las universidades de Francia, Madrid, Miami y Uruguay. Recordemos también la última beca que la Casa de los Escritores Extranjeros y de los Traductores, de Saint Nazaire, Francia le otorgó para que durante su estadía pudiera dedicarse solamente a escribir. Muy joven publicó dos novelas: Los que esperan el alba y Urdimbre, luego escribió varios libros de cuentos: Ciudades, El cerco del deseo, El ramito, Juego de prendas y dos corales, Una lección de amor, Nereidas al desnudo (escrito durante su beca en Saint Nazaire), En el agua del río, Bailarina de tres brazos y Anche pensare é un gioco, que es nada menos que la traducción de El ramito al italiano.
Pero su intensa actividad como
escritora y docente no le impidió publicar importantes libros de investigación,
actividad en la que también se destacó. Todos los temas, lo coloquial en el habla
rioplatense, el tango, y varios estudios críticos sobre el estilo de
importantes autores, fueron objeto de su atención. Fue amiga de muchos e
interesantes escritores. En Rosario se reunía con los poetas del momento, Jorge
Conti, Aldo Beccari, Rafael Ielpi y Juan José Saer entre otros para discutir
las tendencias del momento. Fue también muy amiga Borges, de Bioy Casares y de
Silvina Ocampo, lo que le permitió conocer sus obras en profundidad y analizar
los aspectos más salientes de sus escritos.
Publicó así Invenciones a dos
voces: ficción y poesía en Silvina Ocampo,
cuando su obra no era tan conocida, Conversaciones
con Adolfo Bioy Casares y Encuentro con Silvina Ocampo. Sus obras
fueron traducidas además al inglés, alemán, francés e italiano. Debemos señalar también el importante lugar que ocupó Hugo Echave, su
esposo y compañero que hizo el diseño de varios de sus libros y a quién Noemí
le dedicó muchos de sus obras.
Pero tanta actividad fue felizmente reconocida y recibió
significativos premios con jurados de renombre como Augusto Roa Bastos,
Bernardo Verbitzky, Juan Carlos Onetti, entre otros. En 1967, la Dirección de Cultura de Santa Fe
premió su novela Los que esperan el alba, en 1974 el Semanario Marcha de
Montevideo, premia su cuento La viajera
perdida, en 1990, recibe el premio Ensayo de la Subsecretaría de Cultura de
la Ciudad de Buenos Aires, en 2009 la
Asociación Gente de Letras le otorga el premio Esteban Echeverría y en 2014 la
Fundación Konex le otorga el Diploma al Mérito.
Pero todo este trabajo constante e
intenso culmina cuando en 2010 la Academia Argentina de Letras la convoca
merecidamente para ocupar el sillón de Domingo Faustino Sarmiento.
Noemí Ulla es una narradora singular.
En sus cuentos presenta varios aspectos destacables que aparecen como una
constante: la nostalgia de su infancia, la música y las mudanzas de su familia
que se reflejan en las ciudades donde
transcurren sus historias. Otro tema importante que se desarrolla a lo largo
de su obra es su aguda visión sobre las
mujeres. En esa época, el mundo comienza
a dar un giro copernicano y en la mayoría de sus cuentos las protagonistas, saben lo que quieren, valoran sus sentimientos,
pero no siempre se animan a concretar
sus deseos. Pueden elegir entre ser madres o no, casarse o no, ser fieles o no,
pero los hombres son sus antagonistas y sufren en mayor o menor medida el
egoísmo de sus padres o maridos, su desconsideración, el abandono, la burla
permanente de sus sentimientos, de sus ideas y
el destrato psicológico. Las mujeres giran alrededor de su pareja, tienen
internalizada, aunque no lo sepan o no
lo piensen, la idea del hombre con la autoridad del Padre. Por supuesto,
debemos aclarar que en sus cuentos, no
todos los varones son pérfidos y malvados, en ocasiones comprenden y protegen a
la mujer que tienen a su lado. En otros casos Ella o Él, la mujer cuenta que su marido está loco, pero la loca es
ella. En Dalmacia casada, la esposa incendia la casa, pero su marido no
puede salir y muere. En sus obras se refleja la clase media y
aparecen también algunas jóvenes universitarias, embanderadas en los movimientos políticos del
momento, en una búsqueda permanente y que Noemí las presenta luego, a la vuelta
de los años, cuando reflexionan sobre sus vidas. En definitiva, aparecen todas
las edades, infancia, adolescencia, juventud, madurez; los amigos, el habla
como pertenencia, las dictaduras, los exilios, los regresos, en fin, lo que
luego, reunido, configurará nuestra memoria, nuestra identidad, nuestro modo
ser. Y presenta con cierto tono irónico,
lo fantástico, el mágico mundo de los sueños, los finales abiertos e insólitos
que son algunas de sus constantes narrativas. Los relatos
transcurren en diversas ciudades,
Rosario, naturalmente, Santa Fe, Buenos Aires, Montevideo u otras ciudades de Europa. Compartimos su
visión poética y nostálgica de sus plazas, sus plantas, sus aromas, el cielo,
el agua, la luz, la bruma y los barrios, sobre todo si se trata del barrio
Alberdi o San Telmo. Pero a no dudarlo, la existencia tiene otro sentido para
los que viven como ella cerca de los ríos, como el Paraná en Rosario o el
Loira, el Sena o el Ródano en Europa. En Carta
a Hugo, de Nereidas al desnudo,
Noemí le va relatando en diversas etapas, sus sensaciones mientras va descubriendo
Saint Nazaire y le cuenta …Si me
distraigo, puedo llegar a creer … que el Loira es el Paraná y la tierras de enfrente, la isla desde Alberdi /aunque/…el
graznido de las gaviotas me
aseguraría enseguida que no es el Paraná…
En fin, se podrían decir muchas cosas
más, pero solamente queríamos recordar los aspectos más sensibles de su vida y
sus valores, que seguirán acompañándonos.
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