De
Esteban Rubinstein
Ed.
Paradiso. 2012. Argentina. 252 pág.
El título de la obra nos lleva a pensar, en su carácter semántico, en una sensación de confort y paz o, dicho de otro modo, en una situación de complacencia y comodidad en la cual nos sentimos abrigados, protegidos, a salvo de avatares y sensaciones incómodas y poco satisfactorias.
Sumergidos en esa “molicie” viven los tres protagonistas de esta historia: Hernán, Diego y Luis, amigos íntimos y compañeros de trabajo. Sin ser totalmente conscientes, cierta autocomplacencia envuelve sus vidas, ocupadas en discusiones seudocientíficas, dramas cotidianos con sus parejas, y sus seres queridos, prejuicios no totalmente asumidos como tales y una cierta rutina que los va llevando a una paulatina caducidad de sus ideales no realizados.
Hasta que un hecho brutal (el secuestro de las dos pequeñas hijas del primero) los expulsa violentamente de esa situación y los lleva a vivir experiencias que sacudirán sus vidas y les hará replantear sus más arraigadas convicciones.
Empujados por el vértigo de ese hecho traumático los tres se verán lanzados a un viaje que los enfrentará con otros personajes, otros paisajes y otras realidades. Un viaje que tendrá mucho de iniciático y revelador en el que trasvasarán diferentes fronteras más culturales y mentales que geográficas.
Llevados por una prosa ágil y amena los lectores (¿acaso sumergidos también en nuestra propia y cómoda molicie?) acompañamos a estos tres citadinos en ese viaje en el que se les revelarán paisajes bellísimos de nuestra geografía, poblados habitados por otras culturas y donde enfrentarán y aprenderán a interactuar con seres cuyas existencias y realidades irán descubriendo a medida que la acción avance sumergiéndolos a ellos y a nosotros en problemáticas identitarias tan dejadas de lado en nuestra cultura y tan alejadas de nuestro imaginario.
La novela de Esteban Rubinstein nos coloca así frente a frente con la lucha del pueblo mapuche que intenta recuperar una tierras ilegalmente obtenidas por el suegro de Hernán (de ahí el secuestro de las niñas).. La obra (publicada en 2012) expone de manera premonitoria, la lucha de esta comunidad originaria tan en primer plano de la atención pública en estos momentos a partir del caso Maldonado.
Alejado de todo maniqueísmo, el texto se interna en los pensamientos y deseos de cada uno de sus protagonistas. Sus dudas, sus vacilaciones, sus culpas y sus certezas. No hay en ellos, de uno y otro lado, verdades absolutas y todo es sometido a análisis en pos de lograr un entendimiento y una convivencia posible. Así la novela, en consonancia con otras expresiones artísticas como por ejemplo el teatro, desemboca en la cuestión ontológica y trata de responder al crucial interrogante tan actualizado hoy día por las luchas raciales y los problemas de fronteras: ¿Quiénes somos en realidad? ¿De qué manera interactuamos con los que nos rodean sin claudicar en nuestros anhelos? ¿Qué es lo que nos une al otro y qué es lo que nos separa? ¿Cómo deberíamos manejar las fronteras idiomáticas? ¿Ellas (de nuevo) unen o separan? ¿Pueden las culturas permanecer incólumes frente a los procesos desatados por la globalización? ¿Nuestra identidad nos es dada por la raza, por nuestros ancestros o por la cultura en la que elegimos insertarnos? Como vemos todo un desafío para nuestras convicciones y nuestros más acendrados prejuicios.
Como toda buena novela la obra de Rubinstein deja abiertos estos interrogantes para el lector y nos propone todas esas preguntas inquietantes que no se agotan en sí mismas sino que, por el contrario, quedan vivas en nuestros pensamientos y logran que, al llegar a la última página, permanezcan allí flotando, vibrando y aventando la cómoda y perezosa molicie seguramente, de una u otra forma, ya instalada en nuestras vidas.
Prof. Diana Battaglia
Centro de Estudios de Narratología
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